9 realidades desalentadoras para emigrar con estilo

9 realidades desalentadoras para emigrar con estilo

Dejar el terruño para perseguir la gloria podría convertirse en una pesadilla si te traes en el equipaje una profesión amarga, un pasado del que quieres huir o la intención utópica de encontrar a la suerte en una esquina con un cartel que diga “tour gratuito por la ciudad”.

Cualquiera que sea el motivo por el que quieras ser profeta en otras tierras, quisiera contarte algunas realidades que nadie, absolutamente nadie, se atrevió a advertirme cuando salí de mi país hace diecisiete años buscando otra cosa que fuera más que pan.

1. Será cada vez peor. Las cosas nunca se pondrán fáciles en las nuevas tierras, eres tú quien tiene que ponerse a la altura de la complejidad. Observa, equivócate y sobre todo deshazte de la idea de que en casa las cosas son más fáciles.

2. Vivir el ahora en modo ahorro energético. Vive el ahora con el recurso que ese ahora amerite. No inviertas toda la dinamita para dar una ‘impresión bum’. Necesitas tener tus cinco sentidos bien alimentados y descansados para gestionar la presión de construir una nueva vida.

3. La nostalgia es traicionera. Tendrás muchos días de tristeza así que no tomes decisiones radicales en esos días que extrañes los olores de tu ciudad. Podrías terminar comprando un billete de vuelta y renunciando a lo que ni siquiera has empezado.

4. La trampa del turisteo. Si has llegado a un sitio bastante turístico, copia inmediatamente las costumbres de los nativos, pues incluso ellos disfrutan de sus ciudades de manera racionada. No hay cuerpo que aguante un living la vida loca permanente, ni una visa (tarjeta de crédito o estado migratorio) que lo avale.

5. Siempre alien. Ser diferente es tu ventaja competitiva, pero el triunfo llegará solo cuando combines ese distintivo y la nueva cultura con el objetivo de aportar novedad y productividad. No dejarás de ser de afuera pero te darán tu lugar allí adentro.

6. Adaptador universal. Debes adaptarte y mientras más rápido mejor. Esto no significa que tengas que renunciar a tu identidad, significa que debes ir al ritmo del entorno pero con tu propia música. Respeta el orden de las cosas siendo fiel a tus principios.

7. Navegar en la necesidad. Saliste de tu país precisamente para preocuparte menos por sobrevivir, pero lo cierto es que debes apuntarte a situaciones incómodas para subir de nivel. Esto va para quienes deben aprender otro idioma o quienes necesiten demostrar la mentira blanca que han detallado en su currículo.

8. Los quilates del no. Eres la novedad del vecindario y algunos entenderán que tu disponibilidad es directamente proporcional a tu necesidad y que harías cualquier cosa por aquello que llaman tener una vida digna. Si dices muchas veces sí desde el principio y mantienes la costumbre, será difícil revertir tu pérdida de valor. Di no las veces que haga falta, no regales tu expertise, no cobres barato y no arrugues tu moral.

9. El piropo o reclamo del cambio. La mente se expande cuando interactúas en otras latitudes, sucede paulatinamente y tal vez no te des cuenta. Un día de regreso a casa por vacaciones, te increparán o admirarán por no tener la visión de antes: «”¡Pero cómo has cambiado!»“, te soltarán, «”¡Esa era la idea!”» podrías contestar.

¿Te he desalentado lo suficiente? Pues era mi intención, y ahora que tienes presente la parte fea de emigrar, incluye en tu equipaje toda la humildad que te quepa para sufrir con elegancia y aprender lo que el otro lado del charco te tiene reservado para hacerte quedar u obligarte a regresar.

Gracias por leer y hasta la próxima vaina.

Sandra.

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