Que tu YO® cotice tu profesión

Que tu YO cotice tu profesión

Una amiga fue a una entrevista de trabajo, como mi referida, en una empresa para lo que yo también trabajé hace algunos años. Su entrevistador, quien en la época fue uno de mis jefes, le expresó que estaban buscando a una persona que tuviera estándares tipo Sandra Lance (o sea… yo).

Contándome su experiencia durante la entrevista, mi amiga que es una barranquillera de humor espontáneo y sinceridad sin filtros, me dice: «¡Maric#*, has dejado la vara muy alta!».

Hasta ese momento, no tenía idea de la marca personal que me había labrado y que definía entonces un perfil de referencia para la búsqueda de talento humano. En lugar de sentirme halagada y valorada, lo primero que pensé fue que tenía una gran responsabilidad que viviría conmigo hasta el final de mis días y que debía buscar la manera de compartir con otros mi historia, que no es de fama ni riqueza pero sí de salirse de lo común para hacer más divertido el drama de trabajar para otros.

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Las circunstancias laborales que me han forjado coinciden en algo: fueron extremadamente exigentes y visionarias y yo me sentía cómoda con ello, solo que quería hacer las cosas a mi manera, siendo yo, superando las expectativas de los jefes y al mismo tiempo creando un futuro para mí.

El concepto de marca personal nunca fue mi prioridad como tal, solo buscaba una forma de conectar lo que yo era con lo que sabía hacer, que tuviese un sentido lógico para mí y que me mantuviera vigente en los momentos difíciles laborales y personales.

Si me funcionó a mí, es probable que NO te funcione a ti. Soy escéptica del famoso «a-mi-me-funcionismo», pero sí que soy defensora de compartir historias de fracaso para que los demás lo hagan mejor.

No hace falta propósito.

Lo de tener claro un propósito de vida nunca fue una vaina que surgiera mientras estuve en el corporativo. Mi expectativa de satisfacción profesional era la de tener buenos trabajos en buenas empresas con un excelentísimo sueldo… De hecho, lo del sueldo siempre era la prioridad.

Si tu situación actual es la de trabajar en una industria alejada de tu propósito o si todavía estás en su búsqueda, podrías hundirte en la frustración de no estar siendo y haciendo lo que podría hacerte feliz. ¡Noticia de última hora!: Tu felicidad no la hace el lugar, tu felicidad son actitudes estratégicas para sacar algo útil del lugar de donde no disfrutas estar.

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La situación ideal sería que tu profesión fuese la representación de tus sueños para que dejase de ser un trabajo y vivir tu pasión (o algo así dice el famoso refrán), pero como no es así, tu responsabilidad es la de tener un desempeño superior como si ya tuvieses ese trabajo de ensueño en el que puedas vivir tu propósito, por aquello de que tienes que ir practicando para que cuando te llegue el estrellato no de agarre con desenfoque.

Que la falta de propósito o tu propósito en el lugar equivocado hagan parte de tu identidad, no escondas tus aspiraciones, demuéstrate que eres capaz de trabajar en el sueño de alguien más porque es solo una etapa de preparación. No importa si todavía no tienes claro hacia donde te diriges, porque seguramente llegarás si mantienes activa tu curiosidad.

Cambia el concepto de eficiencia.

La eficiencia debe abordarse como el talento inherente de aportar algo en cualquier parte. Nos exigimos ser productivos, pero perdemos mucho tiempo dando vueltas en círculos tratando de serlo porque queremos una productividad que complazca a terceras partes. Ser eficiente, en mi experiencia, es lograr que tus talentos se sincronicen con la tarea y que te sirvan más a ti que a los demás.

Trabajar sin descanso, multitasking, llevarse el trabajo a casa, abrir y cerrar la oficina… Podría decirte que son características de un profesional productivo, pero después de haberlas aplicado yo misma, puedo ratificar que son decisiones que alegran más a los jefes que a ti. Que vivas para el trabajo no te hace un ente productivo, te debilita paulatinamente, aumentan tus márgenes de error y limita tu creatividad. El trabajo sin descanso y el sacrificio son otra estrategia temporal para lograr una meta específica, no son sostenibles como estilo de vida.

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Será difícil desacostumbrar a tus jefes a no tenerte siempre disponible porque has decidido tener un vida fuera del trabajo, pero puedes compensar la «falta» especializándote en aquellas áreas que representen oportunidades de ingresos para la empresa ($-€-£-¥), porque en el idioma de los empresarios el generar dinero va por encima de que tú te inscribas a un curso de cocina para cultivar tu pasión.

Identidad sí, pero no así.

¿El concepto de profesional integral te suena a pan con cereales? Es agotador tener que esconder tu esencia personal para acoplarte al ambiente corporativo, teniendo que complacer a los demás como alternativa de supervivencia. Ten muy presente que no sobrevive el más fuerte sino el que mejor se adapta con lo que es y lo que tiene.

Integrar la vida personal y profesional simplifica la construcción de identidad. Esto implica enfrentar una serie de incomodidades al principio que no todo el mundo está dispuesto a experimentar, todas ellas alrededor de ser el humano imperfecto con vulnerabilidades que busca una manera más amena de gozarse la vida.

Las empresas bajo el marco de su misión y visión crean un protocolo de comportamiento y pensamiento para generar cultura, pero esto no significa que todos se vistan y sonrían igual, significa que ellos proponen y tú dispones. Las diferencias del talento humano hacen que el corporativo sea único, así que no temas ser original con tus diferencias y no escondas lo que ha nacido contigo. Recuerda que lo único que te une a una empresa es el compromiso mutuo y sobre todo temporal de avanzar en la misma dirección.

Tu identidad no es negociable, protégela. No temas ser el bicho raro, siente comodidad siéndolo si de verdad quieres sobresalir y salirte de lo corriente. Debo advertirte que cuando te desempeñas con tu identidad única y productiva te criticarán, te malentenderán y hasta te odiarán… Y aun así valdrá la pena.

Autoliderazgo.

Si llevas tiempo leyéndome, sabrás entonces por qué insisto tantísimo con la actitud de autoliderazgo, porque si no te dan la oportunidad o no la encuentras, tendrás que crearla por tu cuenta.

Acaba con los días de culpar al trabajo que no te gusta por no permitirte desarrollar tu potencial. Acaba con los días de culpar a tus colegas por no apoyarte como lo necesitas. Acaba con los días de culpar a tu jefe por no ser el líder que te mereces. Hoy podría ser el día en que reclames la propiedad sobre los planos de tu destino para construirlo, y eso implica que la única persona responsable de que suceda seas tú.

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El autoliderazgo en una herramienta de construcción de identidad que no falla. Podrás recibir órdenes de lo que tienes que hacer —te guste o no recibirlas— pero lo que diferencia a un subordinado de una persona profesional dueña de su rol laboral, es que esta última cumple su parte del trato y luego se va para su casa a reforzar sus habilidades en su tiempo libre y no malgasta su tiempo libre maldiciendo las órdenes que no le gusta recibir.

En resumidas cuentas, tu autoliderazgo como precursor de identidad, sucede cuando crees que ya estás en la posición que tanto anhelas y actúas como tal. No, no es pretensión, es cuestión de proyección.

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Tu profesión al servicio comunitario.

Las interacciones personales de calidad permiten que la marca personal que te estás labrando tenga publicidad gratuita. Una red activa de contactos y de buenas referencias ocurre cuando estás al servicio de otros en el sentido personal utilizando tu habilidad profesional, o en sentido contrario.

A alguien del trabajo le cuesta realizar cierta tarea, tal vez tu no tengas el conocimiento técnico para echarle una mano pero tienes la destreza de diseccionar complicaciones para encontrar soluciones, a ti no te cuesta nada y para la otra persona esa ayuda lo es todo.

Para servir a otros primero debes reforzar tu trabajo individual, que es muy distinto al modo de trabajo egoísta o aislado. Saber operar como solista es la preparación para llevar grandes ideas a los equipos de trabajo, para que una vez allí sean mejoradas y ensambladas al proyecto maestro.

Si no sabes como estar al servicio de otros o no te interesa estarlo, puedes apelar a una actitud más simplista y despreocupada sin causar daño: Apartarse del camino, que es el mejor servicio que puedes prestar.

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En la senda de ayuda al prójimo mis experiencias han sido variadas, pero las que más me han marcado y ayudado a servir mejor, son aquellas en las que no recibí ni un gracias a cambio. Entender y aceptar que mis talentos serían abusados en mi papel de buena samaritana me enseñó a trazar límites, algunos sanos y otros no tanto.

Si no tienes idea de cuál es tu propósito, sirve y lo descubrirás. Si ya sabes cuál es tu propósito, en el servicio a los demás te encontrarás creciendo.

No tienes que ser el alma de la fiesta.

Destacarse suele estar ligado a personalidades extrovertidas y de espíritu aventurero, pero lo cierto es que me he topado con muchas personas que, con su bajo perfil, impregnan su marca en lo que hacen. Al principio me inquietaban, porque no entendía por qué tanto talento prefería ocultarse, hasta que entendí que era precisamente esa característica la que les hacía productivas.

Huir del reconocimiento público y no querer aparecer en los créditos hace parte de una marca personal bastante respetable, no es precisamente una expresión de humildad pero sí deja claro que hay gente talentosa que produce mejor fuera de los reflectores, y aun así su aporte es bien considerado.

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Se aprende muchísimo de estas personas que prefieren estar en lo suyo, por ejemplo, que tienen un reto superior de ser valoradas en su actividad laboral haciendo poco ruido y que llaman la atención precisamente porque sus grandes resultados no se veían venir.

Si eres una persona introvertida y prefieres el trabajo individual, crear tu sello de calidad no debería ser un problema, pero debes asegurarte de que tu actitud no sea el grillete que te impida moverte con libertad. Si reconoces que tienes un problema personal que afecta tu desempeño laboral, pedir ayuda suele ser un buen inicio, y no me refiero a pedir ayuda para ser más visible ante otros, sino pedir ayuda para darle claridad a tu identidad.

Tu marca personal, tu sello de calidad, dejar huella o como quieras llamarlo, va más allá del reconcomiendo por el trabajo bien hecho, es tener el poder de dejar las cosas mejor de lo que las encuentras, no para complacer a nadie sino para validarte y ser protagonista de tus propias historias, esas que te harán recordar con orgullo que fuiste capaz de construirte mientras creabas para otros.

Muchas gracias por leer y hasta la próxima vaina.

*Maric#: La última letra ha sido vetada por considerarse este adjetivo como ofensivo… Peeero, es una forma cariñosa para referirse a un amigo(a) en el lenguaje coloquial de algunas regiones colombianas.

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