En los negocios como en la moral, todo se vale

En los negocios como en la moral, todo se vale

– Así es señora, hablo inglés, francés, ruso, un poco de alemán además de mis dos lenguas nativas.

– Vaya! quisiera yo hablar mas de dos idiomas. Debería usted iniciar un negocio de turismo, ya conoce muy bien esta ciudad que tantos turistas recibe al año. Podría tener más ingresos de los que recibe actualmente con este taxi.

– No, ni hablar! no me interesa. Con lo que recibo me es suficiente para estar tranquilo y darle a mi familia techo y comida. Dios proveerá lo demás.

– Buena actitud, lo felicito (dicho de mi parte con sarcasmo y un poco de envidia).

Esta conversación la sostuve con un taxista cuando llegué a mi nuevo destino hace un par de años. El hecho de que hablara inglés me daba la tranquilidad de poder comunicarme con facilidad como recién llegada, así que acudía a sus servicios con frecuencia. Muy consciente era que aquella tranquilidad iba a costarme un poco más, pero para los fines de conocer el entorno, los supermercados, las tiendas y oficinas públicas fue mi solución, aunque sabía que lo pagaría caro con mi estampa de turista que salía al descubierto cuando empezaba a usar mi pobre francés de aquel entonces.

Compartí con mi esposo aquella experiencia, sintiéndome un poco superficial, materialista, orientada siempre al dinero: – No te creas esa historia, ni mucho menos que no le gusta el dinero – me dijo, pero prefería pensar a primera impresión en que todas las personas son honestas y fieles a sus principios.

En algún momento de la historia, la mentalidad humana respecto a la economía olvidó la caballerosidad de hacer las cosas bien y mantener el gana-gana. Si hay la posibilidad de ganar más que el otro utilizando una mascara de doble faz y arrojando al abismo los escrúpulos, ¿qué más da arrebatar la tajada más grande? Es por eso, que los que intentan mantener un equilibrio en las relaciones económicas se inventaron las leyes en comercio, las superintendencias, las agremiaciones, etc., para que un dios después pudiese crear a los abogados y así hiciéramos negocios en paz. De esta manera, un grupo se encarga de mantener equidad, y otro grupo de hacerla tambalear. Luego, al día siete se crea el capitalismo, y atención que el capitalismo no se trata principalmente de dinero, se trata además de seguir en el juego y mantenerse invicto.

Los negocios son hechos entre personas, pero no significa que haya que tomar de manera personal los sablazos de la otra parte, por el contrario, esos intentos de asesinato sirven para fortalecer las murallas, mejorar el arsenal y cambiar de táctica. Todo esto acompañado de un buen asesor legal, que guíe hasta el borde de las limitaciones, pero sin infringir la norma, porque a diferencia del hombre de negocios tiburón sin escrúpulos, los demás desean el buen nombre para ganar respeto en sus mercados…y para que les crean el cuento.

Volviendo a mi experiencia de turista, luego de avanzar en el aprendizaje de mi francés, tenía más confianza para interactuar con mi entorno y enterarme de primera mano de cómo funcionaban las cosas, incluyendo el sistema de transporte. Una mañana decidí tomar un taxi cualquiera en un acopio al lado de casa, y me enteré entonces que existían los taxímetros (¡¿cómo no lo vi en el taxi del otro sujeto?!). Tres bofetadas a mi ego en ese instante y la cuarta vino cuando al llegar a mi destino, uno de los más recurrentes, observé que el aparato contador en cuestión marcaba menos de la mitad de lo que estaba acostumbrada a pagar al otro amigo taxista.

Ni carreras universitarias, ni posgrados, ni mucho menos la experiencia laboral son suficientes para enseñarnos que a veces, en los negocios, no existen intereses legítimos en hacer las cosas de manera correcta.

Las personas con doble moral son importantes para el equilibrio económico. Es mi conclusión después de lamerme las heridas. Ellos tienen muy claro que la opinión de terceros es irrelevante y les resbalan las etiquetas, lo importante es el dinero que logren conseguir de una fuente determinada, y si esa fuente se agota, habrá muchas más que abran sus puertas. El equilibrio viene cuando los ingenuos, como yo, valoran su propia integridad y principios y consiguen más – de lo que sea – a un compás más lento pero sostenible, sin necesidad alguna de agotar las fuentes y cerrar puertas.

No conozco historia alguna de un hombre o mujer de éxito que haya formado un imperio económico con bases ilegitimas y que haya logrado mantenerse firme y poderoso aún durante la historia. Si alguien conoce un personaje de estos, agradezco compartirlo.

«No te creas esa historia, ni mucho menos que no le gusta el dinero», este consejo de mi esposo ya lo tengo escrito en piedra, y a mis amigos socialistas y comunistas que usan ropa de diseñador, tenemos una charla pendiente.

Lo que aprendí:

  • Por la plata baila el mono, y mono se queda.
  • El hombre nace bueno, y la suciedad le hace guiños.
  • Ser viajero, nunca turista, aunque se caiga en la tentación de comprar gafas de sol imitación de marca reconocida en la playa.
  • Todas las personas sin excepción, tenemos un número $.

– Señora, ¿por qué no me ha llamado para usar los servicios de mi taxi?

– Porque ya no soy turista. Si le necesito, tal vez le llame. Gracias.

Gracias por leer y nos vemos en la próxima vaina.

Sandra.

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