Una historia de superación sería todo lo contrario: de ama de casa a gerente. Lo que demuestra, en mi caso, que la evolución no es escalar linealmente de rol, sino aprender a bailar al ritmo de otras latitudes… Y yo que pensaba que con saber bailar salsa lo tenía todo controlado, como lo cuento en mi post El empírico a ritmo de salsa.
Vamos a ponernos un poco íntimos con esta historia donde no revelaré ningún secreto (lo siento, gente curiosa) pero sí cómo el cambiar de paradigmas me han ayudado a vivir con más respuestas que cuestionamientos.
Para empezar, debo ser honesta y confirmar que esta transición es difícil, agotadora, drenante y algunas veces asquerosa. Digo es, porque el proceso no ha terminado, pero ahora mi perspectiva es más esperanzadora.
«¡Pues no haber renunciado a tu gerencia!» gritará el cerebro analítico de algún lector juzgando mi decisión, señalando que lo obvio sería evitar la tragedia cuando se decide bajar del pedestal del organigrama corporativo. En realidad lo obvio es renunciar a un futuro en el que triunfarás a expensas de estar vacío, y no, el trabajo por sí solo no hace al humano.
Aquí está la razón por la que tomé esta decisión: satisfacción profesional absoluta, satisfacción personal nula y un balance difícil de entender. ¿Eso es todo? ¿Tengo la posición que siempre he soñado y ahora el gozo se ha esfumado como una flor de diente de león? En ese instante me di cuenta de que necesitaba más, necesitaba transformar mi balance a uno más dinámico, resultando paradójico cuando lo que ansias toda tu vida es dejar de saltar de un lado para otro.
Los retos de la transición
Ajuste del sistema operativo
Mi sistema operativo es de tipo eficiente, creativo, recursivo y resolutivo, que son vainas que sirven para desempeñar cualquier papel en la vida. Esto lo entiendo ahora, pero antes me supuso un choque mental cuando le dije «sí, quiero» a la otra naranja (no media naranja, otro paradigma transformado) y supuse que tendría que empezar de cero en mi nueva vida de esposa y ama de casa. Error en todo su esplendor, ya tenía construido un sistema operativo perfecto para mí, solo tenía que diseñar otra interfase para seguir produciendo.
Atemporalidad
Los sucesos importantes de mi vida han sucedido atemporalmente, de adolescente tomaba decisiones de persona adulta y ahora que soy adulta debo aprender a sentir como adolescente para dejarme llevar y divertirme. No mamá, te prometo que no seré tu dolor de cabeza a estas alturas.
¿Saben lo difícil que es rescatar la niñez interior mientras se construye un hogar? Es titánico, pero la atemporalidad es una contingencia como cualquier otra, y los principios para confrontarla son los mismos utilizados como cuando un proveedor entrega un pedido tarde: recalcular la ruta y no mirar atrás.
Esto no es para mi
«¿Ama de casa, yo? ¡Jamás!» La lengua es el azote del trasero, dice mi hermano con muchísima razón. El cargo de ama de casa, es un papel superior, de grandeza y sobrepasa la autoridad de cualquier C.E.O. con diferencia. En mi antigua estructura mental, ser encargada del hogar era un decisión mal tomada, un karma, trabajar mucho sin salario.
Hoy soy ama de casa y lo digo con las manos en la cintura. Tengo el conocimiento para desarrollar un análisis FODA para la compra de un electrodoméstico, KPI’s para ver cómo crecemos como pareja y aplico todo el ciclo administrativo al mantenimiento del hogar. Los procesos están inventados, nacieron de la vida doméstica y yo los aprendí en el corporativo. ¡Bendita atemporalidad!
La duda
La pregunta recurrente de si se ha tomado la mejor decisión es natural y debe ocurrir para efectos de actualización de la meta. El reto está en que tu entorno, acostumbrado a verte en campos de acción diferentes, te cuestione no en modo de reflexión sino en modo de «¿serás feliz poniendo la lavadora en marcha?», a lo que ahora respondería: —«define felicidad»—. Lógicamente sigo dudando todos los días, solo que ahora cambio las preguntas para darle un upgrade a mis metas, que son ahora más complejas.
El siguiente paso
Mi balance dinámico tiene la misma intención que la felicidad, ser un cómo y no un qué. Habiendo aprendido este nuevo enfoque emprendí la escritura de este blog hace siete años. En él encuentro sentido, satisfacción, respuestas, reflexión, agradecimiento y un aprendizaje que no se detiene. Mi siguiente paso está enfocado en hacer crecer este blog, formar una comunidad y seguir siendo yo quien decida qué día y hora es mejor para preparar un buen lote de comida para la semana. Esta es la mejor parte del reto, y de momento la estoy disfrutando.
Está claro que no se empieza desde cero sino desde las millas acumuladas. El crecimiento es distinto para todos y la felicidad es entendida en su paleta colores, con la diferencia de que unos buscan sus colores fuera y los demás los buscan dentro de sí mismos.
Gracias por leer y hasta la próxima vaina.
Sandra.
Agradecimientos: Toda mi gratitud para la última empresa en la que trabajé, corporativamente hablando, la que me dio alas para volar sin límites. Gracias a esos mentores que me convencieron de que tanto lío valía la pena y que me permitieron llegar hasta mi cima para luego dejarme ir como una gran estrella de rock… Un retiro en la cúspide de mi carrera, sin reclamos ni reproches. ¡Gracias totales! En mi perfil de LinkedIn podrán saciar su curiosidad sobre mi último empleador.