«Valeria no pedía las cosas… Daba órdenes».

Si había una discusión en la oficina, ella la ganaba. Si alguien la interrumpía, lo fulminaba con la mirada. Si su pareja le decía que se relajara, su respuesta era una lista de por qué él estaba equivocado 🤬.
Desde que tenía memoria, aprendió que la vida era un juego de poder: o mandas, o te mandan. Y ella no iba a ser mandada por nadie.
Pero lo que nadie sabía es que, detrás de su actitud de “yo me encargo de todo”, Valeria tenía un miedo que jamás admitiría en voz alta: el miedo a ser vista como débil.
Esa mañana, en la oficina, su asistente dejó un informe en su escritorio. No habían pasado ni cinco segundos y ya le estaba marcando por teléfono:
— “¿Me puedes explicar por qué este documento tiene un margen de 1.2 cm en vez de 1 cm? ¿Acaso quieres que la oficina arda en caos?”
Por la tarde, en el gimnasio, una mujer intentó usar la caminadora que Valeria ya había “apartado” con su botella de agua.
— “Perdón, ¿no viste mi botella?”
— “Sí, pero…”
— “Ajá. Pensé que respetábamos la ley del gimnasio, pero veo que ya no hay orden en este mundo”.
Y así, entre imponer reglas invisibles y tener el control absoluto de todo, Valeria se pasaba el día en modo gladiadora 🥊.
Controlar la conducta de los demás es el reflejo de tu mayor miedo: Que te perciban como la más debilucha de la tribu.
El punto de inflexión: El día que el universo le dijo ‘¡cálmate!’

El golpe de realidad llegó en su cumpleaños 🤨.
Había organizado una cena perfecta. Nada improvisado. Había dado instrucciones claras: “Nada de globos ridículos, nada de canciones cursis y POR FAVOR, no lleguen tarde.”
Llegó puntual. Sus amigos… no 😠.
Esperó 10 minutos. Nada.
Esperó 20 minutos. Seguía sola.
A los 30 minutos, empezó a respirar como toro furioso.
Justo cuando estaba por redactar un mensaje pasivo-agresivo en el grupo, entraron todos cantando “Feliz cumpleaños” con un pastel ridículamente colorido.
— “Sabíamos que ibas a matarnos si no llegábamos con una sorpresa, así que decidimos hacerlo a lo grande”.
En lugar de explotar, Valeria se quedó en shock. Nadie se había sometido a su autoridad. Habían hecho algo por su cuenta, sin pedirle permiso.
Y lo peor: le gustó.
Por primera vez en años, no tuvo el control… y no pasó nada malo.
Por primera vez en años, se permitió simplemente recibir.
Y ahí lo entendió: su verdadera batalla no era con los demás, era con su propio miedo a ser vulnerable. 😌
El primer paso: Dejar de dominarlo todo (aunque fuera por un día)

Al día siguiente, Valeria decidió hacer un experimento radical: no opinar ni dominar ninguna situación 🤐.
✔️Cuando su asistente presentó un informe sin que ella lo revisara antes, no lo criticó.
✔️Cuando su pareja eligió un restaurante sin preguntarle, no renegó.
✔️Cuando su amiga pidió la cuenta en la cena, no corrigió la propina.
Y, sorpresa: el mundo no se acabó.
Por primera vez en su vida, sintió algo raro… ligereza 🪶.
Y también una sensación extraña en el pecho… ¿será que esto es paz?
Rendirte a tu violencia interior no es tirar la toalla, en cambiarla por una limpia.
Viviendo desde su esencia: Poder sin imposición

Con el tiempo, Valeria entendió que la verdadera fortaleza no estaba en dominar, sino en confiar 👍.
Ahora, cuando alguien le da una opinión diferente a la suya, no lo toma como una declaración de guerra. Cuando su equipo toma decisiones sin consultarla, ya no siente que está perdiendo su trono.
Pero lo más increíble: descubrió la inocencia 😇.
No la inocencia de «no sé nada,» sino la de vivir sin estar a la defensiva todo el tiempo. Sin asumir que el mundo quiere desafiarla. Sin ver cada conversación como una negociación de poder.
Descubrió que ser vulnerable no era una debilidad, sino un acto de valentía y fortaleza.
Las prácticas que la ayudaron a transformarse 🦋:
✅ Soltar la culpa: No tenía que ser la responsable de todo.
✅ Perdonarse a sí misma: Entender que ser vulnerable no la hacía débil.
✅ Trascender la injusticia: Aceptar que no todo es una batalla que debe ganar.
Ahora el poder de Valeria no es imponer sino liderar. Y que no pasa nada si, por una vez, alguien más elige el restaurante.
¿Qué pasaría si hoy te quitas tu armadura para disfrutar del paisaje?
Si te sientes identificada con la historia de Valeria (eneatipo 8) y quieres profundizar en cómo eres, haz el test del Eneagrama de la Personalidad 🍭 para que tengas un punto de partida para convertirte en la mujer que siempre has querido ser: Una mujer LIBRE 💥.
Gracias por leer y hasta la próxima…
Tu coach,
Sandra ✨