¿Por qué tus resoluciones no llegan ni a febrero?
Año tras año, haces la misma lista con las mismas vainas: Ir al gimnasio, ahorrar más, dejar de procrastinar… Y para finales de enero ya estás en modo “mejor empiezo en febrero”. ¿Te suena familiar?
No es que no tengas tiempo, ni que las metas sean imposibles. El problema real es la falta de fuerza de voluntad. Es ese músculo mental que se cansa rápido cuando el sofá y Netflix parecen más atractivos que tus zapatillas de deporte.
¿Resultado? Un ciclo de frustración, culpa y una lista de resoluciones que termina como un recordatorio anual de que, una vez más, no lo lograste.
La fuerza de voluntad se nutre de hacer cosas que te incomodan y te asustan.
No comprometerte honestamente con tu yo del futuro te está saliendo caro, y aunque te empeñes en justificarte con obstáculos externos y con que el presidente de tu país es un político más, la realidad es que delegas tu responsabilidad a tu falta de motivación… Que poco tiene que ver.
No es solo tu culpa (bueno, sí un poco)
Antes de que te juzgues demasiado, déjame decirte algo: La fuerza de voluntad es limitada. Estudios científicos (¡Harvard está de acuerdo!) demuestran que tomar decisiones constantes agota tu energía mental. Y, seamos sinceros, después de decidir qué desayunar, qué ponerte y cómo sobrevivir al tráfico, ¿quién tiene energía para luchar contra un croissant tentador o una sesión de scrolling infinito en Instagram?
Lo bueno es que esto no es una sentencia de por vida. Como coach, he visto que fortalecer la fuerza de voluntad es posible, incluso divertido, cuando tienes las herramientas adecuadas para implicarte con tu mejor versión.
Una guía para fortalecer tu fuerza de voluntad (y cumplir una sola meta)
Aquí viene lo bueno: Olvida la lista interminable de resoluciones. Este año, tu único propósito será entrenar tu fuerza de voluntad. ¿Cómo? Sigue estos pasos:
1. Haz un objetivo tan claro que hasta Siri lo entienda
“Voy al gimnasio” no es un objetivo, es una idea vaga. Cambia eso por: “Entrenar tres veces por semana a las seis de la tarde, lunes, miércoles y viernes”. Específico, medible, y con una hora exacta. Tu cerebro ama las instrucciones claras.
👉 Paso práctico: Escribe (en papel) tu objetivo con fecha, lugar y acción concreta. Luego, repítelo en voz alta frente al espejo, y si sientes que haces el ridículo, ¡vas por buen camino!
2. Entrena tu fuerza de voluntad en pequeñas dosis
No intentes cambiar tu vida de golpe; eso es como intentar correr un maratón sin haber caminado un kilómetro. Empieza pequeño: Si tu objetivo es leer más, comienza con cinco minutos al día.
👉 Paso práctico: Usa un cronómetro. Cuando el tiempo termine, déjalo ahí. Es mejor desear más que acabar odiando la actividad.
La motivación no fortalece tu voluntad, solo la acción te ayuda a «hacer el milagro».
3. Identifica a tus saboteadores (y ríete de ellos)
La procrastinación, el scroll, el sofá… Todos son enemigos conocidos. Ponles un nombre, como si fueran villanos de cómic: “El Hipnotizador del Sofá” o “Lady Netflix”. Al darles identidad, es más fácil reconocerlos y enfrentarlos.
👉 Paso práctico: Cada vez que notes que un saboteador aparece, di algo en voz alta como: “¡No hoy, villano!” (Sí, es raro, pero funciona). Luego, haz algo pequeño que te acerque a tu meta, aunque sea por cinco minutos.
4. Crea un entorno a prueba de tentaciones
La fuerza de voluntad no funciona bien en ambientes hostiles. Si quieres comer sano, saca de tu cocina las papas fritas y llena el refrigerador de opciones saludables. Si quieres leer más, deja el libro en tu mesa de noche, no en una estantería inalcanzable.
👉 Paso práctico: Dedica diez minutos hoy a ajustar tu espacio, agrega elementos que te recuerden tus metas. Desde un molde de galletas si quieres dedicarte a la pastelería, hasta esa revista de finanzas para aprender a multiplicar dólares.
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5. Celebra cada micro-logro (con algo que no te haga retroceder)
No esperes a terminar el gran objetivo para darte una palmadita en la espalda. ¿Fuiste al gimnasio un día? ¡Celebración! ¿Leíste cinco páginas? ¡Mini fiesta! Eso sí, el premio no puede ser volver a las viejas costumbres. Usa tu creatividad.
👉 Paso práctico: Crea una lista de recompensas no destructivas: Un baño relajante, una playlist nueva, o un día sin alarmas.
“Somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia, entonces, no es un acto, sino un hábito». — Aristóteles
De las excusas al empoderamiento
La fuerza de voluntad no es un superpoder, es un hábito que se entrena. Cuanto más lo practiques, más disponible lo tendrás.
Imagínate en diciembre diciendo: «¡Lo logré!». Todo empieza con un pequeño paso y un compromiso inamovible.
Con un plan claro, intención y esfuerzo, puedes lograr más de lo que crees. Entrena tu voluntad y hazle saber a tu sofá que puedes vivir sin él.
Gracias por leer y hasta la próxima…
Tu coach,
Sandra ✨