Emigrar va de perder, porque la pérdida es el costo de llegar lejos. A ver, que no quiero espantarte las ganas de subirte a ese avión y cruzar el charco para que un policía en el control de pasaportes con mirada tipo C.I.A. ponga en duda tus buenas intenciones en su país. Mi propósito es que comprendas, antes de tomar ese vuelo, que la pérdida que experimentarás es completamente necesaria.
Luego de vivir en cinco países, he recopilado las pérdidas más significativas que me han enseñado que la transformación va de aligerar el peso para darle más espacio a la experiencia de crear tu sitio en tierras lejanas.
Sin más preámbulo, vamos allá:
1. Perderás conexión
La conexión con personas con temor al movimiento, más que nada. Esas que te sobreprotegen y que te han dicho que eso de ir a la aventura es un riesgo innecesario porque lo poco que tienes en casa debería serte suficiente. Estas personas, aunque queridas, reflejan en ti sus inseguridades. Así qué perderás o reducirás contacto con ellas, más por su decisión que por la tuya.
2. Perderás estabilidad
Cada paso que des en tu nuevo destino será como caminar sobre gelatina. Seguramente traerás en tu maleta mucha experiencia de vida, pero factores como la diferencia social y cultural te obligarán a cambiar de decisión muchas veces, y es lo normal porque estás buscando tu espacio para pertenecer al nuevo entorno. Además, la verdadera estabilidad yace en tu actitud mental frente a lo que está fuera de tu control.
3. Perderás paradigmas
Sobre todo, esas estructuras mentales que solo funcionan en casa, y que tienen que ver con la manera adecuada de hacer y entender las cosas. Reformularás tu manera de comunicarte, de tomar iniciativa y de reflexionar más objetivamente (sacándote de la ecuación). No es que en tu país las cosas se hagan mejor, es que en el nuevo país se hacen diferentes y los prejuicios son totalmente inútiles.
4. Perderás tus sueños
Cuando entras en acción y las oportunidades de materializar tus sueños son escasas solo significa una cosa: Es hora de enfocarte más en el cómo y en crear un sistema de ejecución más terrenal para redefinir metas más reales o distintas. Actuar a la inversa (menos fin y más proceso) suele multiplicar las alternativas y poner a prueba tu capacidad de seguir soñando.
5. Perderás confianza
Pero la que depositas en los demás para aumentar la tuya. A veces, al emigrante se le asocia con la desesperación, y personas que quieren aprovecharse hacen promesas de apoyo y ayuda para sacar algo a cambio. Te decepcionarán muchas veces, pero aprenderás la lección para entender que la autoestima y la confianza en tus talentos será tu estrategia de superación ante la incertidumbre.
6. Perderás procrastinación
Si tienes el hábito de ‘mañana empiezo’, emigrar te enseñará que el factor tiempo es crucial y lo es casi todo. Seguramente tendrás las limitantes respecto a la duración de tu visa y de presupuesto, así que posponer cualquier acción es un lujo que no podrás darte.
7. Perderás memoria
O elegirás tener una memoria más selectiva. Emigrar puede tornarse en una lucha sin reglas donde otros van tras las mismas cosas que tú, con la consigna de conseguirlo cueste lo cueste. Te lastimarán y te traicionarán, pero deberás dejarlo pasar y no guardar rencor, porque el rencor, amigos míos, es el mayor obstáculo de la transformación.
Ahora termina de hacer la maleta y solo lleva las expectativas necesarias, porque una vez en tu nuevo destino vas a sorprenderte de la gran oportunidad de crecimiento y transformación que representará tu nueva experiencia aun cuando las cosas no salgan como lo has planeado. Buen viaje.
Gracias por leer y hasta la próxima vaina.
Tu coach, Sandra.
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