«Si existiera una competencia mundial de evasión de problemas, Clara ganaría el oro«.

Desde pequeña, desarrolló un talento especial para no molestar a nadie, no discutir con nadie y no incomodar a nadie. Y aunque esto suena pacífico, en realidad era agotador 🥱.
Sus respuestas estándar eran:
— «Lo que ustedes quieran».
— «Me da igual.»
— «No sé, decidan ustedes».
Si alguien le preguntaba a dónde quería ir a comer, dejaba que el destino (y sus amigos) tomaran la decisión.
Si tenía un desacuerdo con su pareja, simplemente lo ignoraba y esperaba que el problema desapareciera mágicamente.
Si su compañera de cuarto dejaba sucio el fregadero por días, sonreía y lo lavaba sin decir nada, mientras acumulaba un volcán de enojo interno.
El problema no era solo que evitaba los conflictos, es que evitaba su propia existencia.
Y lo peor es que, a pesar de su esfuerzo por no causar problemas, siempre terminaba sintiéndose invisible 🫥.
Evitar la confrontación es la madre de las confrontaciones.
El punto de inflexión: La pregunta que la dejó en crisis

El momento de ¡DESPIERTA, CLARA! llegó una tarde en la universidad 😳.
Estaban en una clase de debate y la profesora, sin previo aviso, la miró fijamente y le preguntó:
— «Clara, ¿cuál es tu postura en este tema?»
Silencio 😶.
La sala entera la miraba. Clara sintió que le habían pedido que resolviera una ecuación cuántica en vivo.
— «Eh… no sé… estoy de acuerdo con ambos lados«.
— «No, Clara. Quiero saber TU opinión«.
¡¿MI opinión?!
Por primera vez en su vida, Clara se dio cuenta de que nunca se había detenido a pensar en lo que realmente quería.
No solo en ese debate, sino en TODO.
Y el baldado de agua helada: ¿En qué momento había dejado de existir dentro de su propia vida? 👻
El primer paso: Tomar una decisión (por insignificante que fuera)

Esa noche, en la cafetería, sus amigos le preguntaron la clásica:
— «¿Qué quieres pedir?».
Clara estaba a punto de decir “lo que ustedes quieran”, pero algo dentro de ella se rebeló 🔥.
Respiró hondo y, con un acto de valentía nunca antes visto en su historial, dijo:
— «Hoy quiero pizza».
Silencio.
Sus amigos la miraron como si acabara de anunciar que se uniría a la NASA.
— «¡Clara tiene hambre de pizza! ¡Historia en proceso! 🥳»
El impacto fue tan grande que uno de sus amigos propuso hacerle un aplauso.
Y lo más sorprendente: se sintió bien.
Tomar una decisión no la hizo mala persona. No la hizo egoísta. La hizo existir 🌞.
Podrás pasar desapercibida, pero ser la que manda en tus decisiones.
Viviendo desde su esencia: Actuar con consciencia

Con el tiempo, Clara dejó de flotar por la vida y empezó a tomar las riendas. Recuperó su consciencia 🙋♀️.
✔️ Cuando alguien le preguntaba qué quería hacer, respondía con claridad.
✔️ Cuando algo le molestaba, lo decía en lugar de sonreír y tragar enojo.
✔️ Cuando sentía que su presencia no importaba, recordaba que el mundo no necesita más espectadores, sino más protagonistas.
Pero lo mejor de todo fue cuando su compañera de cuarto dejó sucio el fregadero por enésima vez y, en lugar de lavar los platos como un monje zen frustrado, dijo con una sonrisa:
— «Amiga, ¿puedes lavar tus platos? Es que me está dando un tic en el ojo solo de verlos 😅.»
Y sorpresa: su compañera los lavó.
SIN drama. SIN pelea. SIN tragedia.
Clara aprendió que decir lo que piensas no destruye la paz. Al contrario, te hace parte de ella.
Las prácticas que la ayudaron a transformarse 🦋:
✅ Priorizarse: Poner sus deseos en la ecuación.
✅ Expresar su enojo: Entender que evitar conflictos no es lo mismo que vivir en armonía.
✅ Entregar su don al mundo: Reconocer que su voz es valiosa y merece ser escuchada.
¿Qué pasaría si hoy tomas una decisión por y para ti? 🤔
Si te sientes identificada con la historia de Clara (eneatipo 9) y quieres profundizar en cómo eres, haz el test del Eneagrama de la Personalidad 🍭 para que tengas un punto de partida para convertirte en la mujer que siempre has querido ser: Una mujer LIBRE 💥.
Gracias por leer y hasta la próxima…
Tu coach,
Sandra ✨