«Si la intensidad emocional tuviera un rostro, sería el de Isabela junto a una ventana lluviosa».
Cada domingo en la noche era una tragedia existencial 😔.
Cada canción tenía la letra exacta para describir su dolor 🙁.
Cada cumpleaños era un recordatorio de que nadie la entendía realmente 🥹.
Isabela no solo tenía emociones… Vivía sumergida en un océano de ellas.
Sus redes sociales estaban llenas de frases como:
📖 “Soy un alma vieja atrapada en un mundo que no me comprende”.
🌙 “A veces siento que pertenezco a otra era”.
🖤 “Las estrellas entienden mi dolor, pero tú no”.
Y aunque se enorgullecía de ser única, especial, diferente, en realidad, se sentía sola.
Lo peor era cuando veía a la gente disfrutar cosas simples, como un café con amigos o una tarde de Netflix, y pensaba:
«¿Cómo pueden ser felices con tan poco?». Porque en su mente, la vida debía sentirse como una película de arte independiente con banda sonora nostálgica 😐.
Cuando miras demasiado hacia adentro, terminas perdiéndote en tu propio laberinto.
El punto de inflexión: Cuando la vida le dijo ‘bájale dos rayitas’
El golpe de realidad llegó en una cena con amigos.
Estaban riendo, comiendo sushi y contando anécdotas tontas cuando alguien preguntó:
— “Isa, ¿qué serie estás viendo?”
Isabela, con su mejor tono de alma torturada, respondió:
— “No veo series comerciales. Últimamente solo veo cine europeo de los 70 y leo poesía japonesa” 🧐.
Silencio incómodo 😶.
Uno de sus amigos, con dumplimg en la boca, le dijo:
— “Oye Isa… ¿te has dado cuenta de que a veces parece que disfrutas sufrir?”.
BAM 💣.
De todas las frases dramáticas que había escuchado en su vida, esa le pegó como un ladrillazo de realidad. Esa noche, en vez de sumergirse en su diario de pensamientos profundos, se quedó mirando el techo y se preguntó:«¿Y si dejo de analizarlo todo y solo… vivo? 🤔»
El primer paso: Disfrutar lo normal (sin crisis existencial)
Al día siguiente, Isabela hizo algo radical:
Fue a un centro comercial.
Sí, un lugar lleno de gente común, con música pop sonando de fondo y tiendas de ropa sin “significado profundo”.
Pero en vez de juzgar, decidió entregarse a la experiencia.
🍦 Compró un helado sin cuestionar el existencialismo del sabor vainilla.
🤣 Se rió con un meme absurdo sin analizar su trasfondo filosófico.
🎤 Cantó una canción de reguetón sin pensar en Neruda.
Y por primera vez en su vida… se sintió libre 🪶.
Resulta que ser normal no era el fin del mundo.
Sal de tu burbuja y juega con ella…
Viviendo desde su esencia: Belleza en lo simple
Con el tiempo, Isabela entendió que no tenía que ser intensa ni rara para ser auténtica 👩🎨.
✔️ Dejó de idealizar el sufrimiento como una señal de profundidad.
✔️ Descubrió que la felicidad no necesitaba ser tan complicada.
✔️ Aprendió que su singularidad no estaba en su tristeza, sino en su manera única de ver la vida.
Y lo más increíble: descubrió la ecuanimidad 🟰.
Esa paz que viene cuando dejas de compararte, de buscar significados ocultos en todo y simplemente disfrutas el momento.
Las prácticas que la ayudaron a transformarse 🦋:
✅ Soltar el pasado: Porque revivir sus dramas no la hacía más especial, solo más cansada.
✅ Tomarse unas vacaciones de sí misma: Relajarse, reírse, hacer cosas sin analizarlas hasta el colapso.
✅ Abrazar la normalidad: Porque la vida cotidiana también tiene su magia (aunque no siempre tenga filtro vintage).
¿Qué pasaría si hoy decides soltar el drama y simplemente ser?
Si te sientes identificada con la historia de Isabela (eneatipo 4) y quieres profundizar en cómo eres, haz el test del Eneagrama de la Personalidad 🍭 para que tengas un punto de partida para convertirte en la mujer que siempre has querido ser: Una mujer LIBRE 💥.
Gracias por leer y hasta la próxima…
Tu coach,
Sandra ✨
