(Mis) 4 leyes de la transformación

4 leyes de la transformación

La materia no se crea ni se destruye, solo se transforma. Esta es la ley de la conservación de la materia, y no, no soy una experta en química porque a duras penas aprobé la asignatura en mi época estudiantil. En lo que sí soy especialista es en la transformación a partir de la escasez de la materia: Escasez de motivación, confianza y de dinero.

Transformación según mi definición es: Efecto que surge tras tomar decisiones de riesgo sin tener idea de nada pero imaginándoselo todo para obtener un resultado que no era el esperado.

¿Quieres una transformación extrema? Pues has llegado al artículo equivocado, porque aquí lo de extremo no es una consecuencia rápida, ni absoluta, ni mucho menos ostentosa para que los demás te digan “¡Caray, casi no te reconozco!”.

La transformación de la que quiero hablarte hoy se centra más bien en la escasez de espíritu y de conocimiento, de agradecer lo que no se tiene, de cultivar un jardín usando excrementos y lágrimas como abono (cosas malas que nos pasan y no merecemos), pero sobre todo se centra en los sueños que nunca se harán realidad.

Ley 1: La incertidumbre es catalizadora de la creación.

Cuando mi padre murió hace 32 años, el sentimiento más presente no fue la tristeza de haberme quedado medio huérfana, fue la incertidumbre de imaginar cómo íbamos a sobrevivir económicamente porque sabía muy en el fondo, a mis trece años, que eso de no tener certeza iba a carcomerme más que el dolor de la pérdida.

Cuando cambios inesperados y negativos asaltan nuestras vidas, lo primero que sucumbe es nuestra capacidad de resolución, porque estamos ocupados haciendo inventario del pasado y adelantando los fracasos del futuro. Por eso la incertidumbre se define como vivir las consecuencias de decisiones que todavía no hemos tomado y eso es exactamente un bloqueador creativo.

La creatividad es el gimnasio de las neuronas y mantenerlas ocupadas construyendo soluciones aleja el impacto negativo de querer controlar mentalmente lo que no existe. En otras palabras, mente en estado creativo, mente que se preocupa menos y se transforma mejor.

Si te asalta la incertidumbre no la evites y llámala por su nombre, porque entendiendo su significado objetivo tu miedo descenderá y eso te servirá para crear mejor en medio de tu crisis.

Ley 2: La vulnerabilidad es maestría con confianza relativa.

El empleo ideal siempre implicaba para mí lograr una posición jerárquica alta con buen sueldo, por supuesto. Para ello tenía que demostrar fortaleza, bravura y ninguna emoción, que unidas formaban una armadura de una tonelada no tanto para protegerme sino para que no me vieran el miedo en el cuerpo.

Obtuve el trabajo de mis sueños para darme cuenta de que no era mi sueño, y esto lo ampliaré en otro artículo, pero quiero adelantarte que todo ese duro proceso para lograr una meta es a veces más relevante que la propia meta.

Asociamos miedo con la debilidad de no saber y de no ser capaces, y por eso exponer nuestras emociones como en plaza de mercado un domingo nos parece un harakiri sobre todo cuando nuestras metas son muy altas y exigentes. Pero el efecto es el contrario, solo los que se arriesgan a ser vulnerables tienen coraje para transformar genuinamente, y si hay coraje hay confianza, siendo ésta una consecuencia y no un origen de la acción.

Tener confianza en nosotros mismos no es una actitud ininterrumpida y pretenderlo es una utopía, porque la confianza extrema obstruye la curiosidad y la práctica de la gratitud, sin mencionar que detenemos nuestro crecimiento, porque de los creadores de “Soy invencible” llega también… “Soy impostor(a)”, ese síndrome que nos dice que somos un fracaso porque no somos suficientes.

Si el sentimiento anterior te es familiar, permíteme felicitarte, porque es una muestra de que estás tomando decisiones, cambiando continuamente con la extensión de tu zona de acción (antes llamada zona de comodidad). La falta de confianza y reconocer que nos sucede es un acto de valentía que nos catapulta a lograr lo que jamás imaginamos. Así que confía en tu desconfianza, persiste y no intentes llegar lejos cargando una armadura de una tonelada.

Ley 3: La soledad es un proceso selectivo.

Cuántas veces me senté en mi cama a llorar como la prima de María Magdalena porque me sentía desamparada y abandonada, porque las cosas no me iban bien y necesitaba culpar a los ausentes de mi desgracia. Han pasado años desde aquel valle de lágrimas para entender que esa pseudotristeza era la consecuencia de dejar atrás a aquellas personas y experiencias que ya habían cumplido su papel y tenían que marcharse porque no tenían un lugar en mi nueva cima, en mi transformación.

La soledad es el premio de madurar, de ser responsables y comprometidos con nuestro crecimiento, porque elegir con quien compartir tus triunfos y desgracias es un proceso selectivo que arroja a muy pocos acompañantes.

Ojo, no confundamos estar en soledad con estar solos como chancla en playa durante el invierno, porque lo segundo es abandono y para sanarlo recomiendo ayuda profesional.

Elige soledad para: estar mejor para ayudar mejor, para escuchar la voz que realmente te juzga, para responsabilizarte de todas tus decisiones y sus consecuencias, para aceptar que te falta profundizar en tu autoconocimiento y en el conocimiento objetivo, pero sobre todo para entender que tienes la responsabilidad directa de la arquitectura, ingeniería y plomería de tu propósito.

Ley 4: El orden de los factores importa una m!#?da

El trabajo de mis sueños, la pareja de mis sueños, la casa de mis sueños… Cuánto daño nos hemos hecho con la idealización de los sueños y la romanización del propósito, pero sobre todo con el supuesto orden en que debe suceder la vida.

Tendríamos que interiorizar que existen más posibilidades de no lograr nuestro cometido, que no se hará realidad, que no es para nosotros y que la vida no se acaba si no sucede. Porque seamos francos, esa otra m!#?da de estar siempre positivos nos está anestesiando y más funcional que eso es digerir que el trabajo duro y el sacrificio no siempre dan como resultado la materialización de un sueño. Así que debo volver a repetirlo: El duro proceso para lograr una meta es a veces más relevante que la propia meta.

Que primero hay que tener motivación, que con el éxito llega la confianza, que hay que estar preparados para dar el primer paso… Bla, bla, bla. Premisas inútiles que con tu perdón, son paja mental.

Los hechos importantes que conforman mi línea de la vida han sucedido fuera de etapa: Apoyar económicamente a mi familia desde los catorce años, renunciar a un empleo espectacular por amor (propio), descubrir mi propósito cuando perseguía otro… Pero la sincronía de esos hechos no ha podido ser más acertada, y ha sido hasta hace poco que por fin le encuentro sentido.

La motivación jamás va a llegar porque la deseamos, esa energía interna solo se produce cuando le das alimento y ese alimento se llama: “¡Haz algo y hazlo ahora aunque tengas miedo y poca preparación!“. El inicio perfecto no existe porque la perfección es limitante y lo mismo ocurre con la confianza y la seguridad, solo se logran después de acumular fracasos y desvíos porque cuando firmamos contrato con nuestra vulnerabilidad para sentirnos cómodos en la incomodidad de nuestra imperfección, nace algo más relevante que la motivación, la confianza y la preparación: El coraje. Como ya lo vimos en la Ley 2.

Espero que mis leyes choquen con tu percepción y si estás en desacuerdo por lo menos habré iniciado un diálogo en tu interior con la versión transformada de ti que te está esperando en el futuro.

Gracias por leer y hasta la próxima vaina.

Tu coach, Sandra.

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