Qué hacer cuando odias tu trabajo

No me gusta mi trabajo

Para empezar, no renunciar como una primera opción. Así y sin introducción, vamos directo al grano.

Odiar lo que se hace no es un sentimiento que nace de la noche a la mañana, de hecho, creo que muchas veces se le da el significado errado a la inconformidad, a la confusión y a la frustración. Es como el odio que de niños le tenemos a los vegetales, y hoy subimos una foto en redes sociales con el hashtag #lunesvegano. Al final, odio, que digamos mucho odio, no era.

¿Por qué no renunciar? Pues porque si se ha aguantado tanto es porque hay una necesidad superior a la pena, puede ser por dinero o para evitar paradas en el historial laboral, pero considero que es más por lo primero. No dinero + no pago de hipoteca = odio por la decisión de haber renunciado sin tener otra opción.

Claro está, que si la situación es insostenible, y no se logra apaciguar la sensación con una meditación guiada por Deepak Chopra para atraer abundancia, lo más efectivo es presentar una carta de renuncia y recuperar la cordura, porque sumar locura al odio… ¡Ayayay!

La cuestión es que es muy complicado encontrar claridad y esperanza cuando vas a un lugar de trabajo al que sientes no pertenecer. A mí me ha pasado y he tenido la fortuna de encontrar entre tanto lodo la voz consejera de familiares, amigos y conocidos, que de manera racional y sin florecitas, me recordaban las motivaciones a tener en cuenta para tomar una decisión congruente con mis objetivos profesionales.

Visualización

Imagina el día en que recibes el pago de tu salario y vas al supermercado a comprar tu vino, helado o fruta favorita. Visualiza el crucero por el Caribe para el que estás ahorrando, la cena con amigos en un restaurante con estrella Michelin, la alegría de tus hijos porque van a un colegio con piscina y zonas verdes. Visualizar es una herramienta, que no arreglará todo el escenario pero sí que aporta cierta sensación de reconocimiento al aguante y una dosis de esperanza.

No juntarse con distribuidores de gasolina

Hago referencia a los que gozan con echar combustible a la angustia. Aunque veamos como lógico buscar a colegas que estén viviendo la misma experiencia, pertenecer a la comunidad ’emo’ agrega más nubes grises cuando lo que se busca es una salida. Sería más acertado buscar el consejo y la ayuda de personas que hayan superado la situación de forma constructiva. ¿No conoces a nadie? Recordemos que Monsieur Internet conoce a mucha gente… Y es gratis.

Dialogar y comunicar

Existe el temor de contar lo que te está sucediendo a los jefes o al departamento de recursos humanos, por aquello de que si se exponen las vulnerabilidades se pierde valor. Creo que la clave está en el discurso o la manera como exponemos la situación. Algo como por ejemplo: “tengo estos objetivos personales que casualmente son comunes con los de la empresa, pero estos obstáculo que encuentro para lograrlos están retrasando el proceso. Se me ocurre esta solución para aumentar mi eficiencia y así alcanzar la cifra que la gerencia ha proyectado para el periodo”. Cuando ofreces una solución y no te enfocas en el problema , los de arriba escuchan con más interés.

Un cambio milimétrico

A veces, lo único que se necesita es un viraje corto. Así como esa maniobra de antaño de mover la antena del televisor para sintonizar mejor el canal, era un movimiento casi milimétrico que nos hacía saltar de júbilo. A lo mejor, lo que amarga tu experiencia laboral es el ambiente y no lo que haces: personas tóxicas, una silla incómoda, la falta de una ventana para ver al exterior. Es más eficaz buscar la verdadera raíz del malestar que condenar a tu profesión entera por un delito que no ha cometido.

Pregúntate

La situación de hartazgo se pone en un portaretratos con esta pregunta que lanzamos al universo: “¡¿Qué he hecho yo para merecer esto?!”. Esperamos que la respuesta lógica sea un listado de archienemigos que se han confabulado para que la aversión a tu trabajo sea el menú diario. Quizás estamos haciendo la pregunta equivocada al ente equivocado, en su lugar, una ronda de preguntas de ti para ti podría llevarte a un ¡Eureka!: ¿Qué decisiones he tomado que me han traído a este estado? ¿En lugar de odio, es tal vez otro sentimiento? ¿Es frustración… Por qué siento frustración? ¿Tal vez no he logrado mi plan personal de los cinco años porque…? ¿Qué he hecho para avanzar en mis objetivos? ¿Esta empresa es el puente para llegar a dónde quiero llegar? ¿Por qué no obtengo reconocimiento? ¿Cómo me sentiré dentro de diez minutos si renuncio ahora sin un plan B, cómo me sentiré en diez meses y en diez años?*

Iluminar a la confusión

A veces lo que se necesita es hacer un alto y acomodar todo en su sitio. El poder de los pensamientos negativos y la opinión de los demás forman una fiesta de último minuto, donde invitas a cinco pero aparecen cien, la música no es la que habías escogido y al final todos se marchan sin ayudarte a limpiar. La confusión derivada te ha hecho olvidar el propósito de la fiesta, que era divertirte. Así que, apartate del ruido y busca herramientas para organizar tus prioridades, evaluar tu desempeño y formular nuevos objetivos. Recomendaría utilizar la herramienta Canvas, que aunque se utiliza para definir la estructura de un modelo de negocio, también es apropiada para el análisis personal y la posterior formulación de estrategias para la vida que queremos… ¡Qué bonito cuando las técnicas del corporativo son permeables hacia lo personal! Si necesitas ayuda para desarrollar esta herramienta, estoy a tu servicio.

Para terminar, algunas cosas que no deberías hacer:

  • Quejarse de la situación con todo el mudo. Al 90% le alegra lo que te pasa y al otro 10% no le importa… O viceversa.
  • Formar una isla o construir un muro a tu alrededor. Aislarse funciona si lo que buscas es ser Rapunzel 2.0.
  • Convertirte en el agresivo y cascarrabias de la oficina como mecanismo de defensa. Mejor sería optar por la diplomacia. Si los archienemigos son reales, busca la forma de recordarles a su madre de una forma educada.
  • Llegar casa, después del trabajo, a flagelarte por el día asqueroso que has tenido. ¿Qué tal sería empezar a trazar tu modelo de negocio personal?… O utiliza tu tiempo de ocio inteligentemente e inicia la búsqueda de un nuevo trabajo. Recuerda que no está garantizado que el próximo que encuentres sea mejor.
  • Y nunca, pero nunca, maldigas a la experiencia como tal, porque más adelante, cuando tengas el trabajo de tus sueños o uno más decente, sin darte cuenta estarás aplicando el aprendizaje de aquellos días grises. Te doy mi palabra, eso siempre sucede, sin excepción.

Hasta la próxima semana, con más vainas.

Gracias por leer y nos vemos en la próxima vaina.

Sandra.

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*La técnica 10 10 10: Método de la coach estadounidense Suzy Welch, que ayuda a tomar decisiones complicadas evaluando el impacto que las mismas tendrían en los siguientes diez minutos, diez meses y diez años.

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